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Pensamiento positivo, Contraste mental y Aceptación

Son muchos los beneficios de la Psicología Positiva desarrollada por Martin Seligman y sus colaboradores. Desde la Clínica Mayo, elegida el mejor hospital el año pasado en EEUU, se destacan los beneficios del pensamiento positivo para la salud: reducir el estrés, mejorar la depresión, mayor calidad de vida y otros.

Del otro lado de la vereda, Barbara Ehrenreich en su libro: “Sonríe o muere. La trampa del pensamiento positivo”, sistemáticamente, desmitifica al pensamiento positivo en medio del doloroso hecho de haber contraído cáncer de mama. Escéptica, considera que el pensamiento positivo obliga a las personas enfermas a sentirse felices y a ser responsables de su recuperación o recaída, según su estado de ánimo, con la consabida consecuencia en la salud derivada del hecho de reprimir o negar sentimientos tan humanos como el dolor o la rabia.

“Piensa en positivo y lo positivo vendrá a ti”, dice Rhonda Byrne, la autora del libro “El Secreto”, que hizo multimillonaria a su autora y que parece haber re-definido la estructura de pensamiento que uno debe tener para estar sano y tener éxito. “Aunque una actitud positiva nos hace más creativos, entusiastas y responsables, pensar que solo con la actitud alcanzaremos lo que deseamos lleva a algunas personas a la frustración”, dice Sergio Fernández, director del Instituto Pensamiento Positivo y autor de “Vivir con abundancia”.
La psicóloga Julie K. Norem, profesora de Psicología de la Universidad de Wellesley (EE UU), en su libro, “El poder positivo del pensamiento negativo”, considera que esta tendencia a considerar el lado brillante de las cosas y apartar emociones negativas nos hace perder información importante sobre lo que nos rodea y las posteriores decisiones que podemos tomar. Fernández, recién citado, considera que son necesarias ciertas dosis de pesimismo para situar a la gente en la realidad y que no se deje llevar por las ilusiones. Roger Scruton, profesor de Estética en la Universidad de Oxford, considera que la felicidad a cualquier precio ha creado una nueva clase de discriminación, la de los que sufren. Christian Jarret, psicólogo británico, considera que ser realistas, no positivistas en relación a los obstáculos para el éxito, ayuda a escoger desafíos más ajustados que no nos hagan perder el tiempo.
Gabriele Oettingenm, psicóloga de la Universidad de Nueva York, en su libro “Repensando el Pensamiento Positivo”, ha ideado un método que se llama Contraste Mental, en el que se induce a las personas a soñar sus sueños, pero identificando las barreras que pueden impedirlos sin perder la energía para obtenerlos lo cual, en su teoría, describe a los soñadores de los hacedores. Oettingenm, después de más de 20 años de investigación concluye que las fantasías positivas, deseos y sueños no necesariamente se traducen en una mayor motivación para hacer las cosas sino que pueden convertirse en lo contrario.
La tiranía del pensamiento positivo puede llevar a muchos errores de apreciación y también a borrar las diferencias personales que nos caracterizan. Algunos obtienen energía de los positivo, otros de lo negativo; al final el éxito o la salud puede venirle a cualquiera de los dos.
A diferencia de estos dos enfoques, La Terapia de Aceptación y Compromiso, conocida como ACT es una terapia conductual basada en mindfulness (un sistema de meditación del que ya hablaremos) que desafía las reglas básicas de la psicología occidental, ya que tiene como objetivo crear una vida rica y significativa, aceptando el dolor que inevitablemente viene con ella. En la ACT, los pacientes aprenden a dejar de luchar contra sus experiencias privadas, abriéndose a ellas y aceptándolas, dejando de gastar recursos en controlar sus sentimientos y usando esa energía en realizar acciones efectivas (guiadas por sus valores) para cambiar su vida para mejor.
¿Cuál de todos los enfoque es mejor?. Difícil saberlo. El lector podrá ahora hacer su propio análisis, eligiendo lo que considere más apto para su vida.

Ricardo Sarain

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