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Parejas: el amor no es lo único que importa

Valiéndome de uno de los clásicos de terapia de parejas, un libro de Aaron Beck, “El amor nunca es suficiente”, comienzo con este artículo que pretende ilustrar algunos puntos comunes de las parejas en su vida cotidiana y en la consulta psicológica.
En primer lugar, las parejas suelen acudir a la consulta como una alternativa de última instancia, cuando ya han fracasado todos los intentos de solución a sus dificultades. Estresados, probablemente con algún evento de crisis fuerte reciente, deciden intentar un camino hacia la reconstrucción de su vínculo, tras la sensación de haber tocado fondo, pero descubriendo también que hay algo fuerte que los une. Pero eso fuerte que los conecta, que alguna vez fue razón suficiente para unirse ahora no alcanza debido a varios fenómenos propio de la pareja. Por ejemplo la forma en cada uno interpreta los eventos: lo que el otro dice, lo que hace, es visto con los lentes propios, lo que lo saca del contexto de realidad donde fue creado, generando así una mala interpretación.

Otro fenómeno es lo que Beck denomina el Programa de Encaprichamiento, se da cuando cada miembro, defiende principios, valores o acciones contra toda lógica y, la mayor parte de las veces, en revancha a lo que el otro no dio o no cedió. “Entonces yo no voy a…”, dice esta lógica.
Así la pareja pasa de la sensibilidad a la insensibilidad, del entendimiento a la mala interpretación, del tacto a la rudeza, del respeto a la inconsideración, de una perspectiva amplia a una cerrada en donde comienzan lo juicos categóricos la hora de definir al otro: “ella es una arpía, como su madre”, “él es un desconsiderado”, “ella no me atiende”, “él se burla de mi”.
Es allí donde se produce la Visión de Túnel, que describe Beck, en donde la persona solo ve el túnel mismo y no tiene sensación de salida, por lo tanto, solo ve lo malo y descarta cualquier otro elemento positivo que desconfirme su hipótesis fundamental de lo que es uno, el otro, de cómo está la pareja. Así de negro es el túnel según como yo lo veo, aunque puede que no sea tan negro.
Una manera de empezar a desactivar estos fenómenos es identificar, por ejemplo, qué reacciones emocionales tengo cuando me asaltan determinados pensamiento automáticos, esos que no puedo dejar de pensar, sobre la base de que el pensamiento automático es muy probable que sea distorsivo. Para ello la mejor es la técnica de -en soledad- repetir el pensamiento y su correspondiente reacción desbordada y ponerlo en tela de juicio, para luego reemplazarlo por uno más realista que, seguro, no va a generar esa respuesta emocional.
Beck nombra otra manera, que se denomina el Arte de la Conversación, técnica que es de mucha ayuda en la consulta de parejas. “A ver, ahora conversemos de cosas, no de problemas, sino solo conversemos”. Esta ya es una manera de pensar en (lo destaco) TRABAJAR JUNTOS EN LA RECONSTRUCCIÓN. Ya no es pelear, tampoco herir, tampoco no entender. Es hablar y trabajar.
¿Cómo trabajamos?.
-Explorando las diferencias y agradeciendo su existencia – Animándonos a romper patrones de conducta que alejan – -Peleando épicamente con pensamientos automáticos – -Respirando diafragmáticamente antes de decir algo – -Moviéndome de lugar sólo un poco.
Y tal vez, entonces, puede que reconstruyamos un vínculo dañado y veamos de entrar en una especie de estabilidad dinámica, no quieta, tampoco perfecta, pero al menos consensuada e inestablemente estable. Y esto, contrariamente a lo que dicen muchos artículos, creo que solo puede hacerse a través de un dispositivo psicoterapéutico adecuado.
En el trabajo de consulta con parejas nos valemos de un principio la Psicología de Milton H. Erickson y es el de que las personas tienen los recursos para hacer frente a sus problemáticas vitales. Aplicado esto a la pareja, la misma tuvo recursos para unirse. Es muy probable que los tenga para solucionar la crisis. Y en caso de que estos no aparezcan, ya será una cuestión de diferencias demasiado grandes (en los tiempos, las personalidades, el crecimiento, las fortalezas). Contrariamente a lo que leí el otro día en un post social, creo firmemente que el amor no es una ilusión y que tampoco lo es el encuentro entre dos personas. Conozco unos casos que echan por tierra la sentencia del post en cuestión.

Ricardo Sarain

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