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Parejas: La terapia suele ser el último recurso

Según datos de la Dirección General de Estadística y Censos porteña, en 2012 se divorciaban 16 personas por día en Capital – una cada hora y media-. El promedio de años de convivencia va de los 4 a los 9 años, la mayoría en primeras nupcias y la edad promedio un poco más arriba de los 40. Hace apenas 20 años las estadísticas eran otras. En los 90 se divorciaba 1 de cada 3 parejas. A nivel latino y resto del mundo, los datos son igualmente desalentadores, siendo Bélgica el país con mayor tasa de divorcio.

Hace 20 años, como indica Juan Pablo Álvarez, en Parejas del Siglo XXI, la edad promedio de casamiento era de 24 años y ahora es de 34 años. El dato es curioso, ya que podríamos suponer que a los 34 años ya se han resuelto algunos temas y se podría acceder al nuevo estado un poco más maduro. Pero parece que no es así.
¿Porque se divorcia la gente?. Hay muchas causales: infidelidad, problemas familiares, expectativas diferentes. Lo cierto es una pareja comienza su proceso de separación cuando ya no hay un camino común, cuando cada uno piensa a su manera y ve el mundo con sus ojos y no ya con los ojos del consenso de la pareja. Eso comienza de manera imperceptible y genera la base para las otras causales o se deriva de una de ellas y favorece el deterioro.
Curiosamente, al contrario de lo que se podría pensar, recientemente un estudio preliminar de la Escuela de Salud Pública y del Departamento de Psicología de la Universidad de Michigan, EEUU, concluyó que discutir con la pareja puede otorgarnos más años de edad. Los científicos estudiaron a 192 parejas en un lapso de 17 años, descubriendo que cuando ambos cónyuges suprimen su indignación ante un ataque o una crítica injusta del otro, la muerte prematura es el doble más probable que en los otros tipos. Según Ernest Harburg, profesor de la Universidad de Michigan y director del estudio indica: “Cuando uno reprime su ira y oculta su resentimiento y no trata de resolver el problema, entonces hay problemas”. El estudio considera que las discusiones pueden llegar a ser muy beneficiosas para la relación ya que lo dicho durante la discusión, puede resolver muchos de los problemas existentes. Sin embargo, el enfrentamiento genera estrés, y un costo emocional y psicológico, por lo que se suele buscar la solución de compromiso de evitarlo. Pero esa no es la verdadera solución.
Otro estudio, en este caso de un bufete de abogados ingleses, Slater & Gordon, informa que una persona en promedio se toma 24 meses pensando en un divorcio antes de seguir adelante con ello y durante ese tiempo ocupa 18 meses tratando de arreglar su matrimonio.
Si bien la encuesta es de otro país, es interesante la información que provee, porque durante todo ese tiempo hay muchos momentos para iniciar la consulta y no hacer lo que hace la mayoría: consultar a un profesional como último recurso.
Muchas de las personas que acuden a la consulta de parejas expresan al llegar: “Lic. Ud. es nuestra última opción antes del divorcio”. Indican que ya lo han intentado todo, que hubo idas y venidas, momentos malos y buenos y de nuevo malos y que acuden a la consulta para jugarse la última chance. Uno debe ponerse manos a la obra y comenzar con trabajo que no es imposible, pero es más complejo, con más sesiones y más intervenciones.
La terapia, al menos dentro de mi enfoque, trabaja con los recursos de la pareja, apuntándolos, e iniciando un proceso de desaprendinzaje/aprendizaje de patrones de respuesta, creencias y formas de interactuar.
El camino, si bien es difícil, es maravilloso. No hay garantías, como en casi ningún orden de la vida, pero al menos uno se hace cargo y se embarca en la tarea de recuperar un vínculo que inicialmente supo ser poderoso. La recomendación final es: No espere a último momento. Todo aquello que tiene valía debe ser cuidado apropiadamente.

Ricardo Sarain

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